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El pasado domingo nos fuimos Gabriel, Keko, José Luís, Juan Antonio, mi
hermano y yo hasta Jabugo para participar en la XV Ruta del Jamón Ibérico
(21,050 km. marcó mi gps aunque se anunciaban 21,700 km). A las 5.30 sonó mi
despertador, me puse en planta, un desayuno ligero y al lugar de encuentro. A
las 6.30 cogemos el coche y nos ponemos rumbo a Jabugo para coger el autobús de
la organización que nos llevaría hasta Aracena donde este año tenía lugar la
salida. Aprovechamos el camino hacia Jabugo para hacer un reconocimiento del
circuito conforme pasábamos por él. Llegamos a Jabugo sobre las 8.00 y nos
juntamos con otros grupos de corredores para esperar el autobús.
A las 10.00 se dio la salida e hicimos frente a una cuesta inicial de
1.5 km aproximadamente que nos sacó del pueblo y nos introdujo en la carretera.
En este momento, nos quedamos solos mi hermano y yo. Con un sube y baja
continuamos camino de Los Marines, localidad a la que llegamos pasado el km. 6.
A la salida del pueblo nos cambiamos de arcén y, poco a poco, la carretera
empezó a tener más tramos de bajadas que nos ayudó a avivar el ritmo. En unos 5
km. dejamos la carretera y nos encontramos con la subida a Fuenteheridos. Buena
prueba para lo que nos íbamos a encontrar más tarde. Sin bajar mucho el ritmo
nos plantamos en el interior del pueblo que tiene una salida con una larga y
pronunciada bajada y, como decimos por aquí, “nos tiramos cuesta abajo”
aumentando bastante el ritmo. A partir de aquí, la carretera no para de bajar y
eso nos ayuda a mantener un ritmo rápido que nos lleva hasta Galaroza. Dos
kilómetros antes ya habíamos empezado a regular la velocidad pensando en la
subida final.
La organización tuvo la genial idea de poner un puesto de
avituallamiento al inicio de la cuesta, así que, aquí cogí una botella que
llevaría conmigo hasta arriba bebiendo agua a sorbos pequeños. En este momento,
nos encontramos con 2 km de una intensa subida. Ante lo desconocido, regulamos
el esfuerzo y asumimos un ritmo más que cómodo porque, ante todo, hay que llegar
arriba. Es una carretera sinuosa con mal asfalto pero tras el primer kilómetro,
el cuerpo aún responde y voy controlando en cada momento la mejor trazada.
Conforme avanza la cuesta noto que mi hermano ya no me sigue y, a pocos metros
para llegar arriba, miro para atrás para saber a qué distancia está y veo que me
indica con una mano que siga para adelante y no le espere.
Tras esto ya estoy entrando en el pueblo y el desnivel se queda atrás,
tiro la botella a una papelera y subo el ritmo para completar los metros que
quedan. Pasadas tres calles, llegamos a la plaza del pueblo donde está la Meta
de la carrera que cruzo con un buen ritmo y parando el reloj en un buen tiempo
1h39’21”.
PD: En mi blog podéis encontrar una crónica más amplia.
Saludos
Joaquín Hurtado
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